La lengua es un órgano muy especializado que se encarga del sentido del gusto gracias a las papilas gustativas repartidas por toda la superficie y además nos ayuda a masticar y hablar.
Hay personas que tienen lenguas más reactivas a ciertos alimentos, sobre todo alimentos ácidos como la piña o las fresas, el tomate, los frutos secos… Estos hacen que se irriten las papilas gustativas y se produzcan molestias como escozor o ardor. Esto ocurre con la llamada lengua geográfica y también con la lengua fisurada.
[icon icon=icon-hand-right size=14px color=#000 ] Lengua geográfica: se caracteriza por presentar zonas rojas delimitadas por áreas más blancas que van cambiando de forma y localización
[icon icon=icon-hand-right size=14px color=#000 ] Lengua fisurada: se caracteriza por una fisura o grieta central o múltiples en toda la lengua
Podemos detectar en la lengua, si una persona padece bruxismo o aprieta los dientes; ya que en estos pacientes aparecen en los laterales linguales las huellas o marcas (identaciones) de los dientes lo que indica que existe el hábito de apretamiento.
En la lengua pueden aparecer infecciones por hongos (Candidiasis), cuando esto ocurre se ve la zona central de la lengua enrojecida y una zona roja «en espejo» en el paladar. Generalmente estas infecciones pueden aparecer con tratamiento de antibiótico durante largo tiempo o cuando se utilizan inhaladores con corticoides.
El estado de la lengua también puede indicar el estado general de salud. Por ejemplo una lengua muy pálida y lisa (depapilada) pueden indicar anemia o déficits de vitaminas.
Cuando estamos enfermos se suele poner muy blanca, con una capa que se llama saburra lingual y también ocurre cuando hay falta de saliva o falta de higiene de la lengua. Para evitar su aparición es importante cepillar la lengua con suavidad.
A veces se puede poner de color amarillo, marrón o negruzco. Generalmente ocurre por tinción con ciertos alimentos (café, regaliz…) o sustancias como la clorhexidina que usamos como antiséptico bucal.